Los acontecimientos de 2020 han supuesto un vertiginoso cambio para el mundo educativo. La pandemia desbarató el sistema tradicional de enseñanza presencial y obligó a incorporar, a marchas forzadas, un nuevo modelo de aprendizaje a distancia; un verdadero desafío, tanto para los alumnos como para los profesores.
Las instituciones educativas han hecho un gran esfuerzo, humano y tecnológico, para adaptar su enseñanza a las nuevas circunstancias. Como resultado, se impone un futuro de aprendizaje híbrido y conectado, con nuevos medios y tecnologías digitales.
El decano de la universidad de Hult International Business School en Londres, Ronan Gruenbaum, experto en nuevas tecnologías y autor, entre otras publicaciones, de “Making Social Technologies Work: Leveraging the Power and Managing Perils of Social Technologies in Business” explica cómo se adaptaron, e incluso anticiparon, a este gran cambio, que requirió de una fuerte inversión en medios y en formación, y que pretendía, ante todo, garantizar la mejor experiencia posible al estudiante:
“Pasar de una enseñanza presencial a una en línea implicaba preparación e inversión. Afortunadamente para Hult, antes de que los gobiernos ordenaran el cierre de los campus, ya habíamos tomado la decisión estratégica de incorporar la enseñanza en línea, lo que permitió preparar y capacitar a los profesores y alumnos para utilizar Zoom”. En otoño de 2020, Hult invirtió mucho en tecnología para sus aulas: se incorporaron micrófonos de techo de alta gama y se habilitaron cámaras que seguían a los profesores, lo que permitía tener estudiantes físicamente en el aula, en el campus, y también otros estudiantes en línea, asistiendo a la misma clase través de Zoom y visibles en pantallas grandes en la clase”.
La parte más difícil de esta transición fue asegurarse de que los estudiantes en línea, y fuera de ella, estuvieran completamente comprometidos y colaborando en las actividades del aula. Para este proceso de transición, Hult proporcionó formación personalizada a cada docente, además de videos e instrucciones escritas. “Se convocaban reuniones semanales en el campus para abordar los problemas específicos de cada facultad, y alentar la cultura del intercambio colaborativo”, explica Ronan.
También fue fundamental reducir el impacto que supondría en la experiencia vital de los estudiantes el hecho de no estar presencialmente en el campus. Se podía garantizar la calidad de la educación pero no sustituir el enriquecimiento personal que aportaba compartir un campus con estudiantes de 130 países y las experiencias fuera del aula. Para amortiguarlo, los Departamentos de Servicios Estudiantiles, Carreras y Relaciones Corporativas trabajaron arduamente. Se ofrecieron eventos sobre carreras, charlas, actividades y celebraciones de manera telemática.
Como explica el decano, “Los estudiantes han sufrido al no poder experimentar la independencia que la universidad proporciona como jóvenes adultos; han tenido que estar aislados, no han llegado a ir al campus, no han podido consolidar sus nuevas amistades…”.
Conseguir comunicarse con ellos y mantenerlos vinculados fue otro de los grandes desafíos. En Hult lo han utilizado varios canales: desde un boletín semanal por correo electrónico, una plataforma para eventos no académicos y publicaciones y videos en redes sociales.
Este nuevo modelo parece que ha venido para quedarse. IEC envió una breve encuesta a varios colegios españoles para saber su experiencia con la implantación de la enseñanza telemática. En la mayoría de los casos, consideraban muy positivamente la respuesta de sus centros y la inversión realizada para adaptarse, incluso la formación recibida y el esfuerzo realizado por los docentes y destacaban los pocos fallos técnicos en el proceso. Sin embargo, la principal preocupación se centraba en que el nivel del aprendizaje en línea fuera equiparable al nivel obtenido de forma presencial.
Se abren grandes interrogantes para afrontar los desafíos generados por este nuevo escenario. Las respuestas sentarán las bases del futuro modelo educativo.